En lo últimos meses he seguido con mucha atención los discursos de Quique Dacosta y de David Muñoz al respecto de las anulaciones en sus restaurantes y su intención de coger dinero por adelantado para, por lo menos, cubrir los gastos de material ante los temidos «no show»…
Uno no es Dacosta ni Muñoz y no tiene su tirón mediático, ni su talento, ni su capacidad para gestionar un sistema de pagos por adelantado, así que por el momento no puedo hacer lo mismo, aunque me encantaría.
Soy consciente de que en mi casa seguirá habiendo gente que no se presente, eso es inevitable… Pero, ¿qué es lo que hacemos tan mal los restauradores para que no se nos tenga el respeto que se tiene por otras profesiones? ¿Por qué siguen pasando estas cosas?
Pues muy posiblemente porque no nos plantamos, porque no decimos un «hasta aquí ha llegado el que se rían de nosotros». Yo no pido nada del otro mundo, tan sólo pido un poco de respeto por parte del cliente para no tener que tomar medidas.
Y visto que ese respeto no existe en muchos casos hoy voy a tomar la primera: desde la semana que viene cobro según número de comensales reservados.(Eso sí, sacaré al centro la comida del que falle, que uno no es un estafador)
Vamos a ver, no es tan difícil de entender que si tienes reserva para cuatro y vienen tres sin avisar uno de los menús va a ir al cubo de la basura, por lo menos en mi casa que lo cocinamos prácticamente todo en el día. La decisión es que si tú no tienes respeto por mi trabajo yo tampoco lo tengo por tu cartera. Una llamada de teléfono avisando con cierto tiempo es lo único que pido (creo que no es mucho)
Hace poco me pasó con un cliente cuando reservó:
-Seremos cuatro o seis, pero da igual… ¿no?, y con un poco de mala leche contesté:
-Sí, da igual. Yo les cobro seis y si vienen cuatro no pasa nada….
¿A que ya no da tan igual cuando lo que tocan es tu bolsillo?
Y es que la gente parece no entender que los hosteleros en la mayor parte vivimos económicamente al día, que dos personas que no se presenten pueden suponer la diferencia entre ganar algo de dinero en un servicio o perderlo, que trabajamos con márgenes exiguos y gastos fijos muy elevados, que muchos meses trabajamos por amor al arte…
¿Os imagináis si encargo tres mercedes rosa fchicle y cuando voy a buscarlos digo… no, ahora solo quiero dos…? ¿Por qué el trabajo de un constructor, un industrial, un notario, un médico…etc merece más respeto que el de un hostelero?
Pues en mi caso me planto. Asumiré las malas críticas (que sé que las habrá), asumiré que en vez de fallar uno no venga toda una mesa por no pagar ese cubierto fantasma, asumiré el enfado de los que sí que aparecen y tienen que pagar la irresponsabilidad de otro comensal,… pero por lo menos no me iré a casa cabreado como un mono por haber trabajado para nada.
Ojalá más de uno tome nota y, entre todos, empecemos a hacer valer una de las profesiones más maravillosas y más sacrificadas que existen